Retahíla de palabras

Como ejemplo de ejercicio de los métodos aleatorios, el profesor nos propuso un ejercicio entretenido a la par que curioso. Éste consistía en, con una serie de palabras escogidas al azar de un texto (preparación, posiblemente, espíritu, estúpido, minutos, fútbol, tubérculo, estrépito y sano y salvo), escribir un poema o narración que las contuvieran de manera coherente. Así pues, ésta es mi aportación a la causa, con la que he aprendido a juntar palabras sin sentido en una narración bastante argumentada. Que disfrutéis.
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Frecuentemente adivino su mirada, cuál es la siguiente palabra, los pasos que seguirá, adivino la preparación con que vendrá y todo lo que se ha propuesto para hoy, incluso a veces para mañana…
A menudo me pregunto si todo habrá sido tan falso que nunca pude disfrutar de lo que realmente me ofrecía, de lo que tenía a mi lado cuando lo tenía, y ahora que no lo tengo, porque lo he perdido, posiblemente la pregunta se resolviera con sólo borrar todo aquello, con un suspiro de aire nuevo quizás, o simplemente viendo que nunca fue tal y como yo lo imaginé.
En ocasiones disfruto del día a día, pero mi espíritu áspero me impide ver que en lo cotidiano a veces está la alegría, y se esconde la sonrisa. Siempre me despierta el nerviosismo del que nunca fui partícipe, al que nunca llamé, y el que me asusta al comprobar, que otra vez estoy de pie, frente a una pared sin papel.
Continuamente me rodea la gente, llena de aspiraciones, plagada de mentiras y con ganas de verme como un estúpido ante ellos. Y ellos, ¡ellos! son los que dicen quererme, los que aguantan al mar caer en forma de gota únicamente, porque si todo aquello que oculto saliera a la superficie… si saliera todo quedaría arrasado y nadie podría fingir ante mí, pero tampoco eso es lo que pretendo ahora, unos minutos antes del final, unas cuantas horas antes de partir, no quiero agotar el hedor a humanidad que desprende el fútbol, las conversaciones en el tren o las palabras con forma de tu piel…
No quedan ya nutrientes de reserva, cual tubérculo sean mis pies, anclados en tierra podrida, en campo de trigo sin trigo que cortar y sin agricultor que explotar. No quedan ya palabras que extraer de éstas mis hojas. Mi copa ha quedado sin conexiones y sin ideas para volver a brotar, para una vez más, convertirme en alguien especial. Alguien que un día mis padres prometieron que sería, y que nunca llegó, no por falsas promesas en esta ocasión, sino por mi falta de pasión al comprobar con estrépito, que la vida era tanto como cabía en tu corazón, y mi corazón quedó alguna vez preso de sus ojos, de su ingravidez, y de tantos otras marionetas que yo manejé, y manejé para que me abandonarán en la cima, en la pradera en medio de colinas…
Ahora es cuando deseo estar sano y salvo, y ahora es cuando valoro todo aquello que no valoré, porque estaba sano y salvo. Disfruta tú si puedes, tú si quieres, tú que debes…

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